lunes, 24 de diciembre de 2012

Feliz Inicio del Mundo





Hace un par de días una cadena importante de bebidas gaseosas sacó a la luz un spot publicitario que mostraba como nacían varios bebés y comenzaban una nueva vida justamente cuando otros hablaban o temían  aquella estampa tan publicitada, manoseada y catastrófica del  fin de la humanidad.

En el video se muestra claramente, sin ningún tapujo, una hilera perfecta de adminículos quirúrgicos, monitoreos, camillas, quirófanos, batas verdes, habitaciones estrictamente estériles, madres recostadas horizontalmente, padres en pasillos, y bebés envueltos en mantas dentro de cunitas separadas en la guardería de un intachable recinto hospitalario. Cada ser humano estaba separado de su total entorno íntimo en medio de manos desconocidas con guantes y batas, todos lloraban entre emociones de felicidad y de cambio que uno siente, tan raras como cuando uno viene de la oscuridad y lo encandilan.  Finalmente, el spot con letras grandes, fastuosas y persuasivas nos desean el Feliz inicio del Mundo.

Para los que estamos por una vida más consciente, esto no es más que la clara visibilización descarada de la violencia obstétrica. Y más aún, la constatación de que ese protocolo es el "normal" a la hora del nacimiento. Ya sabemos que el momento crítico del nacimiento hoy en día es el momento vital más manipulado, irrespetado, invadido y apurado que le puede ocurrir a un ser humano, el cual es pasado a llevar tanto por un sistema de salud como por la sociedad misma, avalado por la impuesta y conveniente desinformación de nosotros mismos.  Un medio violento recibe a sus nuevos integrantes de una forma violenta, y los trata de la misma manera a lo largo de su vida, justamente para tener el control de sus vidas y en lo posible poder manipular su ingenuidad y su fortaleza interior.

He sido catalogada por pensar de este modo como fundamentalista, y se me ha espetado que los fundamentalismos son los causantes de los mayores conflictos en este mundo.  Esto me lo han dicho, para mi profundo pesar,  otras mujeres, y además me han dicho que cada una puede parir como se le dé la gana.  A lo que yo respondo de total acuerdo: con que soy irremediablemente fundamentalista y con que cada una pare como se le da la gana. También creo que los mayores conflictos son por la pura y mera falta de amor que hunde al ser humano en sus más bajos niveles energéticos y replica lo que le ha sido entregado a lo largo de su vida. Es cuestión de observar un poco: nacimientos por cesáreas, separación a los meses de vida de la madre que se ve obligada a trabajar, un sistema escolar que estandariza y crea individuos en pos de un estrato de personas  económicamente productivas, etc.

Yo quiero ser más extrema aún, quiero que cada mujer tenga toda la información a la hora de parir y pueda parir como se le plazca, quiero que cada mujer tenga toda la información del proceso fisiológico, emocional, físico, espiritual, social, económico, psicológico, cuántico, biológico, astral que se vive desde que una es niña en torno a su sexualidad o capacidad de vivir placenteramente, cuando una está embarazada, durante el parto, el postparto y el resto de la crianza de esa nueva vida que inicia su experiencia de este mundo.

Sabían ustedes que la posición más incómoda para parir es de forma horizontal? Sabías tu que la forma horizontal es la más cómoda para el médico? Sabías tú que no es necesario intervenir ni inducir un parto con químicos pues tu cuerpo sabiamente segrega todo lo necesario para que nazca tu bebé? Sabías tú que cuando el médico muchas veces sentencia que el nacimiento de tu hijo  tiene que ser en horario de oficina es porque él tiene que salir de vacaciones o tiene otro compromiso? Sabías tú que cuando nace tu bebé tu cerebro comienza a funcionar desde otro centro? Sabías tu que te sientes literalmente “rota” pues no sabes cómo enfrentar tu cambio de identidad que ahora te define como “mamá”? Sabías que te sientes vulnerable y que empieza todo un recuento de tu propia vida y el encuentro con tu propia sombra o tus dolores o tu tristeza de niña es irrefrenable? Sabías tu que el nacimiento de tu hijo es una crisis vital y el detonador de grandes crecimientos espirituales y emocionales en tu vida? Sabías tu que la llegada de un nuevo integrante a esta sociedad puede ser una esperanza para hacer de este un mundo mejor? Sabías tú que gracias a la experiencia de dar vida puede hacerte tocar literalmente el paraíso y la dicha que has esperado por tanto tiempo?

Preguntas como esta pueden llenar un tratado completo.  Es tanta la información que desconocemos a la hora de ser mamás y papás, que pienso que una vida no daría abasto para aprenderla previamente.  Es para mí un acto de profunda pasión esto de ser madre y de sentirme con la responsabilidad de tomar la felicidad en mis manos y difuminarla por donde paso, para que todos la sientan.  Sin embargo, puede parecer algo petulante y arrogante pensar que yo puedo “enseñar” al resto lo qué es ser feliz.  Solamente puedo sentir en mi interior mi felicidad y vivirla.  Lo que sí puedo intentar es hacer conciencia de lo que yo creo que puede ayudar al resto.   Y para mí la desinformación que cargamos como una mochila muy pesada nosotras las mujeres es una pieza que nos lapida a diario.  La conexión con nuestra naturaleza más profunda es un aspecto que hemos perdido a lo largo de la historia por el simple hecho de ser mujeres y de tener un poder incomprendido y temido por otros.  No permitamos que sigamos con la venda en los ojos, no entreguemos nuestros procesos naturales a instituciones que la mayoría de las veces solo buscan el lucro y viven en una frustrante rutina diaria con hastío y con ganas de que “ya termine el día”.  No sigamos aumentando el vacío emocional que ya tenemos al anestesiarnos y no enfrentar con alegría y valentía lo que nos toca enfrentar dentro y fuera de nosotras.  Encarémonos. Sintamos el poder que tenemos y no validemos este sistema que todas ya nos dimos cuenta de que no funciona en absoluto, no por nada algunos tenían la esperanza de terminar con tanto sufrimiento este 21 de diciembre mediante la destrucción total de este mundo.

La desinformación extrema y fundamentalista es una de las lacras más grandes de nuestra sociedad.  El no querer ver y el no querer hacerse cargo le sigue en la lista.  La violencia obstétrica es el primer paso para crear un ser humano violento, y la persecución de nuestra profunda naturaleza y la escucha a nuestra humildad humana alejada de la irreprochable actividad cerebral del neocortex es lo que puede cambiar nuestra forma de vivir y de relacionarnos.  Que el feliz inicio del mundo se parezca lo más posible a aquel nacimiento que se dio hace alrededor de 2 mil años, ese inicio del mundo trajo a nuestra historia humana a uno de los grandes.  En un entorno modesto nació Cristo, su nacimiento fue bastante más amable y amoroso de lo que vemos hoy en día en los spot publicitarios.  Ven ustedes cual es la diferencia entre ambos nacimientos?



sábado, 22 de diciembre de 2012

Canciones de cuna y la Navidad




“El camino que lleva a Belén
lo voy marcando con mi viejo tambor,
nada hay mejor que yo pueda ofrecer,
su ronco acento es un canto de amor
al Redentor, al Redentor”
El Tamborilero

Foto de Patrica Márquez e Ignacia


La primera canción de cuna que broto de mi corazón en pleno mayo fue un villancico, una canción cantada para el niño Jesús naciendo en el pesebre. Surgió de forma espontánea desde la más profunda emoción que sentía con Manuel en brazos. Una canción que entonaba mientras perseguía la estrella que Manuel y su nacimiento significó y significa aún en mi vida.   Quizás explotaba en mí la misma emoción que me producía la mágica estampa de la navidad cuando yo era chica.  Y eso que cuando yo era niña ya el consumismo se había apoderado completamente de las fechas en diciembre.  Pero para mí la navidad, con su olor a mango y a pino verde, siempre tuvo su halo mágico inmerso en villancicos y un momento especial más allá de los regalos y reuniones familiares. Y hoy reconozco materializada esa magia en el nacimiento de mis hijos, y en mi nacimiento como madre, y una vez más las canciones de navidad acompañan esa magia.

Mis canciones de cuna desde ese entonces son por excelencia villancicos cantados en cualquier época del año, y la verdad al cantarlas me produce una especie de éxtasis ante los ojos maravillosos de mis hijos, que poco a poco comienzan a cerrarse hasta dormir en mis brazos.  Mis dos estrellas duermen pausadamente al calor de mis canciones.  Mientras tanto pienso que el nacimiento del niño Jesús tiene un gran simbolismo en nuestra cultura, y hoy siendo madre creo que toma aún mayor fuerza ese simbolismo.  Si Dios envió al mundo a su hijo para demostrarnos que un ser humano puede tener todas las cualidades como las que tuvo el Maestro Jesús desde su nacimiento, pienso que cada niño que viene a este mundo representa una posibilidad de vivir y entregar la vida hacia el Amor.  Jesús vino a transgredir todas las reglas, se rebeló ante los cánones de su época, nos enseñó un modelo de humildad y de vida que todos podemos seguir de la forma más sencilla que uno pueda pensar.  Y miro en mis brazos a Gabriel durmiendo junto a su hermano y siento que una vez más Jesús nace, Jesús nace en mí, Jesús nace al mundo, nacen todos los niños con la misma potencialidad de amar y enseñarnos amar tal como lo dijo Jesús.

Mientras canto me identifico humildemente con María su madre y  el acto de mayor sencillez de un ser humano: su nacimiento.  El parto en un pesebre repleto de otros mamíferos, y en la simpleza más pura, me conecta con su total naturaleza y fortaleza, María pariendo a su hijo, como todas las mujeres en este mundo podemos hacerlo.  Y me pregunto en qué momento dejamos que ese aspecto tan maravilloso fuera alejado de nosotrasEl nacimiento de Jesús es el acto más amoroso del cual seguimos aprendiendo.

  (…) En seguida, Jesús comenzó a mover la cabeza, a veces hacia la derecha, otras a la izquierda y, finalmente, a abrir la boca en forma de O. Guiado por el sentido del olfato, se acercaba cada vez más al pezón. María, que aun se encontraba dentro de un equilibrio hormonal particular, y por ello muy instintiva, sabía perfectamente cómo sostener a su bebé e hizo los movimientos necesarios para ayudarlo a encontrar el pecho. Fue así como Jesús y María transgredieron las reglas establecidas por los neocórtex de la comunidad humana. Jesús –un rebelde pacífico desafiando toda convención- había sido iniciado por su madre.

(…) La noche siguiente, María durmió un sueño ligero. Estaba vigilante, protectora y preocupada de satisfacer las necesidades de la más preciosa de las criaturas terrestres. Los días siguientes, María aprendió a sentir cuándo su bebé tenía necesidad de ser mecido. Había tal acuerdo entre ellos que ella sabía perfectamente adaptar el ritmo del balanceo a la demanda del bebé. Siempre meciéndolo, María se puso a canturrear unas melodías a las que agregó algunas palabras. Como millones de otras madres antes que ella, María descubrió así las canciones de cuna.(*)

Y sigo cantando a la Estrella de Belén,  como en un trance me lleno de calma y dicha y revivo el momento como si yo misma estuviera naciendo en un pesebre en el calor de mi madre.  Mis niños siguen durmiendo en mi regazo rodeados de paja y siento que a nuestra familia no le hace falta más que esa luz que emana de mi corazón hacia ellos. Mis canciones de cuna seguirán siendo por mucho tiempo canciones de navidad, de esa época que nos recuerda el nacimiento de Cristo, de ese momento que nos enseña que tenemos la potencialidad certera de conectar con nuestro interior más humilde y más sencillo. La Navidad se vuelve una instancia en donde nace nuestra esperanza y sin duda nace nuestro amor una vez más. Porque la Navidad puede ser en cualquier época del año y el hogar nuestro pesebre permanente. Porque nuestros hijos y el amor por ellos son la estrella que seguimos siempre con una canción de navidad de fondo.

(*) Nueva mirada sobre la Navidad, La cientificación del amor, Michel Odent, Editorial Creavida: Bs. As, 2001. Pág. 130.


viernes, 14 de diciembre de 2012

Hacia una maternidad consciente



Desde mis reflexiones como madre, considero que cada vez se vuelve más importante develar este crecimiento acelerado que he ido obteniendo al enfrentar la maternidad, esa necesidad intrínseca de sentir la sutileza de las experiencias que han traído a mi vida el nacimiento de  mis niños. Es algo así como una necesidad urgente por sentir intensamente cada pisada del camino bello en donde voy creciendo junto a ellos, y hacer un balance para percatarme justamente de ese crecimiento.

A partir de todas mis experiencias maternas, empiezo a concientizar básicamente que es de suma importancia para nosotros los seres humanos en general, tomar conciencia de la inmensa responsabilidad que involucra nuestro propio cuerpo, y con ello inmediatamente sentiríamos la importancia que involucra nuestra sexualidad y la relación mutua que tenemos con otros seres humanos.  Con esto,  asumiríamos la importancia trascendental que implica convertirse en madre o en padre y la implicancia que tiene este acto en la conversión y la formación de seres humanos más completos, felices y plenos.

En el caso de nosotras las mujeres, una vez que la maternidad llega a nuestra vida, y se despliega vigorosamente el abanico abierto de la existencia, nos damos cuenta y se nos revelan una infinidad de hechos que no teníamos en cuenta antes, y que muchas veces no podíamos mirar de frente o que no esperábamos. Nuestra conciencia se expande. La maternidad trae la magia de rebalsarnos a nosotras mismas, nos sumerge en un mar desconocido e intenso.  Entre medio de la exuberancia de la emoción, nos muestra aspectos que no queremos ver y otros que queríamos hace tanto tiempo en nuestra vida. La maternidad nos colma, nos lleva a la plenitud, nos tira al suelo, nos revuelca y sin duda nos cambia.

Y es en este cambio tan remecedor cuando la reflexión calmada se vuelve un ejercicio determinante y sanador.  El caminar con cautela sobre los caminos del bosque mágico, nos envuelve en el aura de la conciencia y la intensidad del sentimiento se hace aún más placentera.  Y tomamos el reto y decidimos caminar con valentía, eliminamos lo que tenemos que desechar y asumimos nuestras virtudes que son nuestro mejor talismán y la luz que nos guía. 
Con la energía materna que nos envuelve vamos tomando conciencia de nuestro cuerpo, de nuestro entorno, vamos sanando todo lo que haya que sanar.  Tomamos conciencia lentamente:

1.- La magia en mi cuerpo se ha hecho. Comienza a crecer en todo sentido mi ser. Crece mi vientre, crece mi espíritu, crecen las ganas de mejorar y de hacer el mejor nido para ese ser que también crece conmigo y en mí.

2.- La introspección es una actividad que practico a diario. Me observo, observo mi entorno y fluyo con él.  Mejoro en todo los sentidos, busco el bienestar y me alejo de la identidad que me ha hecho mal.  Quiero ser feliz, así siempre, como me siento exactamente ahora en este mismo momento.

3.- Tomo conciencia de mi cuerpo y de la conexión que tiene este con la naturaleza.  Me alejo del artificio que solo me procura un bienestar material y a la larga me crea solamente dependencias e inseguridades acerca de mi misma.

4.- Me escucho en todo momento.  Soy el canal que trae a la vida esa otra vida divina. Mi cuerpo es sabio y nadie, absolutamente nadie, sabe más que yo acerca de mi hijo y de mi misma.

5.- Me desnudo, abandono mi mente y dejo que todo fluya en mí, en mi pecho la leche y el amor, en mis ojos las lágrimas que limpian mi interior y mis dolencias, las cuales dejo ir. Me pongo en contacto pleno con mi hijo, como siempre hemos estado, ahora reconociéndonos cara a cara y continuamos la cercanía más íntima. 

6.- Siento como la oportunidad de vivir el embarazo, el parto, la lactancia y la crianza son actividades que nacen del más profundo amor que emana de mí, los cuales me permiten crecer y trascender.  Vivo el aquí y el ahora con este bebé en brazos y esta emoción que me desborda y que quiero por siempre sentir.

7.- Siento la necesidad básica de cuidarme, procurar mi bienestar con calor, con cariño, con afecto hacia mí misma.  Me nutro a mi misma y puedo así nutrir con el mismo amor a mi hijo.

 8.- Me sumerjo en el silencio que hay en mi interior, me conecto cada vez más con mi hijo y con mis instintos, y con firmeza los sigo cada vez más con mayor convicción.

9.- Agradezco cada una de las situaciones que vivo, incluso aquellas que me molestan en lo más profundo, pues reconozco los límites que tengo y reconozco la necesidad de escucharme y de hacerme escuchar, nadie sabe mejor que yo qué es lo que necesito y que necesita mi hijo.

10.-  Recuerdo mi infancia y replico con mis hijos aquellas vivencias que me hicieron sentir bien, y descarto todas aquellas que no me hicieron pasarlo bien. 

11.- Empatizo con mi hijo y trato de vivir la crianza lo más horizontalmente posible, respetando sus proceso y con ello los míos.

12.- Busco ayuda si me siento desbordada, no escucho palabras que me hacen sentir insegura, culpable y bajan mi autoestima.  Busco el calor de cariño amistoso, la escucha empática y la comprensión amorosa y sincera.

13.- Reviso mi interior y mi entorno. Despejo, limpio y sano con mi energía materna todo aquello que ya no sirve y procuro y entrego lo mejor al mundo, a mi familia, a mis hijos, a mi misma.

14.- Tomo conciencia de que cada acto que hago, que he hecho y que quiero hacer, lo hago con el más profundo amor que pueda yo sentir, y que cualquier error que pueda cometer, es parte de mi aprendizaje,  del crecimiento de mi conciencia y mi sentido común.

15.- Amo a mis hijos con un profundo e infinito amor, y comprendo con ello que son seres que vienen a hacer su destino en esta vida, y que me han elegido para ser su madre.  No puedo manipular su vida, solamente puedo acompañarlos y guiarlos.  Mi mejor arma es educar con el ejemplo.

Tomo conciencia.