miércoles, 26 de junio de 2013

Yo Soy Mamá

Ilustración de  Pableras García
Que las mujeres hemos llegado a desarrollar el intelecto a niveles altamente refinados es una realidad innegable.  Hemos demostrado con creces en esta cultura hecha para y por hombres que somos capaces de competir de igual a igual manifestando a perfección las “cualidades” que en esta sociedad son las más aplaudidas y premiadas.  Hemos conseguido “la gloria”: competimos, controlamos y ganamos.  Claro, hemos pagado un precio bastante alto, pero hemos triunfado en el ring masculino, de eso no hay duda.

Sin embargo, también necesitamos observar la fruta que perdimos o la que dejamos de lado.  Debemos concientizar y procesar bien los motivos de tanta necesidad de demostrar que podemos desarrollar nuestras capacidades masculinas y que triunfamos en ello.  Es nuestra necesidad revisar también las facultades femeninas que hemos dejadas tiradas en el patio de atrás, desdeñadas, descalificadas y menospreciadas. Nuestros deseos y anhelos desde nuestro más profundo ser femenino el cual existe como la naturaleza misma.  Creo que aquellos cachivaches encierran poderes que no hemos valorado, y eso es lo que justamente lo que nos hace daño como mujeres: nuestra naturaleza pisoteada.   

La cosa es que en nuestra cultura estudiamos, trabajamos, conseguimos éxitos como cualquier hombre mortal en nuestro medio.   Sin embargo, muchas veces las mujeres llegamos a un punto en que algo nos falta e internamente sentimos que algo no va bien.  Si nos lo permitimos, comenzamos la búsqueda hacia nuestra natural estancia: ansiamos la familia, ansiamos el cariño y el calor del hogar.  Desconectamos la carrera o el trabajo, conectamos con nuestra esencia y nos hacemos madres y sentimos una paz interna: hemos llegado a nosotras mismas.  Pronto vuelve la realidad y con ello lo irremediable: el cuestionamiento -muchas veces angustiante- de continuar o no con nuestra carrera profesional, pues sabemos bien que, en la mayoría de los casos, la conciliación es un tema bien complejo: porque la maternidad no calza en nuestro sistema de vida, porque la maternidad no es cuadrada ni los niños predecibles (ni nosotras!).  

Algunas nos decidimos y hacemos malabares para quedarnos en casa y cuidar las crías.  Y es que tenemos la posibilidad de elegir, sí! existe esa posibilidad, independiente de todas las luchas que podamos llegar a enfrentar es una posibilidad certera.  Y el camino trae piedras, pues cuando optas por Ser Mamá, nuestra cultura comienza inmediatamente el pisoteo a nuestra opción femenina.

De partida, a nivel institucional si eres ama de casa y madre no existes, pues lógicamente no tienes una entrada que te “dignifique” como se dice.  Luego viene la cara de otros cuando te preguntan y tú en qué andas? Y una les responde: ‘Soy mamá y estoy en casa’ y luego de un silencio prudente te dicen ‘ya, pero y que haces?’ a qué te dedicas?’ o ‘qué piensas “hacer” luego de hacer “eso” (criar)?’ como esperando que pase “eso” pronto.  Claro, aluden al desarrollo profesional o al trabajo remunerado. Entonces una piensa inmediatamente que aquellas torres que se han edificado en casa no son precisamente por un proyecto para tu tesis de arquitectura: la torre de platos sucios, la torre de ropa sin lavar, la torre de ropa lavada sin planchar, aunque sean torres ingenierilmente diseñadas y calculadas!  O que la estancia con los niños no tiene nada que ver con la tesis doctoral en conductas psicológicas en los infantes.  Y quien reconoce el trabajo de las madres? pues el chapulín colorado… y nosotras, las mamás que hacemos y sabemos estar en la total invisibilidad.

Ustedes ya saben que tengo la firme convicción de que ser mamá significa un intenso crecimiento personal, un aprendizaje vital y profundo, mucho más que cualquiera especialización que se pueda adquirir con mucha satisfacción en lo académico.  Para mí la maternidad sin duda implica el desarrollo de importantes cualidades humanas –que están en franco peligro de extinción, por cierto- como lo es la paciencia, la compasión, la empatía, el autoconocimiento, el auto control, la auto comprensión, la tolerancia, etc. Si observamos, estas cualidades se oponen garrafalmente a aquellas que aprendemos en nuestros sistemas profesionales o laborales y en nuestros sistemas sociales: la competencia, el control, la supremacía, meritocracia, la búsqueda y alcance del éxito. 

Cuando pares, tomas a tu hijo en brazos, entras a tu casa y todos los títulos rimbombantes junto con toda la información adquirida en millares de libros y en miles de semanas insomnes, se quedan fuera al cerrar la puerta.  No entran contigo, ni son de ningún apoyo cuando comienzan a rodar tus lágrimas por la emoción que te da cuando tu niño se ríe por primera vez… o llora, o grita, o gime, o se hace caca, o no hace caca, o se le cae el ombligo, o se duerme o se despierta o se rasguña la cara con esas uñas finísimas y que, aunque sabes usar tecnología de punta en computación,  no tienes idea cómo diablos cortárselas.

Soy mamá y en este punto no hay más evaluación o examen que el sentir.  Sentir que la vida fluye como un río cuando tu hijo sonríe o cuando llora, sentir que sus manos están frías en el invierno o que tiene sed en el verano, sentir su mirada cuando sueña, sentir su respiración cuando se alegra o tiene pena, sentir su vida fluir al lado de la tuya en tus manos y en las suyas.  Sentir que creces junto a ellos y darte cuenta de que nunca dejas de hacerlo, darte cuenta de que puedes guiarlos, pero que casi siempre son ellos los que te guían. Sentir que somos varios en este camino familiar, de lazos y de vínculos que solo se sienten, y que caminamos todos juntos de la mano.  Estas enseñanzas son para mí tan o más valiosas que cualquier especialización académica, porque me han enriquecido  como persona, como humana, como un ser que quiere sentir plenitud interna más que éxito y supremacía sobre otros.  Y esta plenitud se puede obtener gracias a este descalificado y subvalorado oficio de ser mamá.

He escuchado tantas veces las voces cuando una mujer muy joven se queda embarazada decir ¡ay! Qué tonta! Ni siquiera terminó sus estudios y se pone a tener crías! Y yo pienso que a lo mejor esa mujer quiso o le tocó hacer primero ese otro crecimiento tan importante en la vida, el crecimiento personal de ser madre, esa gran puerta que se abre al igual que se abre una puerta de la universidad. 

Crezcamos como profesionales, por qué no? las mujeres podemos hacer lo que queramos.  Pero también crezcamos como seres humanos.  Creo que es tiempo que valoremos nuestras fortalezas femeninas, aquellas capaces de convocar, de recibir, de acunar, de abrazar, de calmar, de sanar. Recordemos nuestros conocimientos intrínsecos de mujeres que esperan pacientes como óvulos para crear vida. Dejemos la carrera y la competencia de espermatozoide. Retomemos y reconozcamos esos conocimientos uniéndolos con la experiencia del sentir.   Sin duda de esa mezcla saldrá la sabiduría, esa sabiduría femenina que nos está haciendo falta hoy en este mundo.  Lo femenino y en este caso, nuestra cualidad materna están hechas para integrar, no para competir. Ensalcemos y realcemos nuestra maternidad y hablemos desde ese podio. Sintamos que ser madres nos engrandece. Tomemos conciencia de ello. 

4 comentarios:

  1. Me ha emocionado mucho la reflexión que haces sobre la maternidad. Gracias por dar palabras a esta experiencia tan potente que es la maternidad. Un gran abrazo.

    ResponderEliminar
  2. hermoso alguien entiende mi sentir, soy muy criticada por dejar mi carrera de lado y criar a mi hijo al menos su primer año de.vida, desgraciadamente vivimos en un mundo donde se le da mas importancia al dinero y cosas materiales que al valor de una familia.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muy bella la reflexión que nos regalas @SermamaSerconciencia :) y conuerdo con éste comentario, a mí me pasó lo que a tí. Mi amor y yo fuimos bendecidos con hermoso bebé hace poco más de un año mientras yo estaba a medias en los estudios universitarios. Él me brindó la oprtunidad de disfrutar a mi hijo todo éste tiempo tomándole poca importancia a las labores domésticas y dejándome la decisión de continuar los estudios a mi ritmo (en lo que actualmente me ocupo tanto como puedo). Trato de no desperdiciar ningún momento al lado de mi hijo o de mi pareja me siento plena como madre y aunque ahora no es nuestro mejor momento económicamente ellos me dan la fuerza y la pasión de superarme cada día. No debemos dejar en nuestros la creencia de ser exitosos como la sociedad lo maneja, para mí tener éxito es vivir y ser feliz... ánimo compañeras! a disfrutar la maternidad y la vida misma que la infancia de nuestros hijos sólo se disfruta una vez.

      Eliminar
  3. Me llegan tus palabras y me siento profundamente identificada, soy mamá de tres bebés hermosos y llenos de energía , soy una mujer muy ocupada Con mis Hijos y no voy a ningún lugar sin ellos....papá va y viene, el de 4 va al jardín de tarde de lunes a viernes , pero el bb de 2 años y la bb de 3 meses son parte de mi y yo de ellos, tenes toda la razón o mejor dicho tenes toda la conciencia, no existo para el sistema, y los adultos quieren constantemente tranfrir sus miedos y cortarles la magia, al comienzo me sentí excluida y ahora soy yo la que le excluye a mis tesoros de experiencias conflictivas y me reservo para transmitir mi amor, mi bien estar, y mis caricias a las almas mas nobles y buenas que conozco en este mundo, Mis Crias!!!!.....me encanto...encantada de leerte!!!! Gracias.....

    ResponderEliminar