martes, 27 de mayo de 2014

Reflexiones acerca del Aborto y la Maternidad

        
“Papa I know you're going to be upset 
'Cause I was always your little girl (…)
Papa don't preach, I'm in trouble deep
Madonna



Porque detrás de un aborto voluntario hay una maternidad negada de antemano...Me gustaría que ninguna mujer abortara, que ninguna tuviera que tomar una decisión tan difícil, de violentar su cuerpo y su naturaleza y en muchos casos de violentar sus creencias. 

La presidenta Bachelet ha indicado en su mensaje del 21 de mayo que enviará el proyecto de ley sobre la despenalización del aborto en tres causales: riesgo de vida de la madre, violación o inviabilidad fetal. Inmediatamente los sectores más conservadores han reaccionado con mal gesto y pegándose con una piedra en el pecho y defendiendo la vida antes que cualquier cosa.  Con esto constatamos que en Chile ni siquiera se podría pensar en reflexionar acerca del aborto voluntario.   En torno a esto, ni siquiera podríamos hablar de libertades humanas y derechos a elegir sobre sí mismos. 

No es mi intención entrar a discutir acá quien fue primero si el huevo o la gallina, en términos de argumentar en qué momento se puede considerar un ser con vida a un embrión.  Estoy segura que habrá muchos argumentos, y quien puede decir cuál más acertado que otro, porque en sí es una discusión algo estéril: nunca hemos llegar a un consenso.  Y el tema que quiero plantear aquí no es ese, de hecho yo tengo profundas convicciones acerca del tema, pero no las podría hacer valer de una forma prepotente ante otra mujer que tendrá de seguro otras convicciones y circunstancias.  El tema que quiero tratar acá tiene que ver exactamente con eso, con la vida, y cuáles son las visiones que nosotros los seres humanos tenemos acerca de esa vida y de cómo gestionamos esa vida, y más detalladamente con la maternidad, que para mí, es donde se comienza la vida y que puede ser directamente determinante sobre la calidad de esta. 

Vivo en un país en el cual la sola idea de tener una ley que permita a una mujer poner fin a su embarazo de forma voluntaria causa escozor y gritos en los sectores más conservadores y en los lugares donde se tratan las leyes.  De hecho, desde hace algún tiempo se trata de poner en la palestra la sola posibilidad de interrumpir un embarazo por violación o por incompatibilidad con la vida del feto.  Muchos de los dirigentes políticos rasgan vestiduras y pueblan de embriones ideológicos y religiosos, y defendiendo la vida de un feto, por sobre la vida y la calidad de vida de todos los seres.  Los señores enarbolan horrores en torno al “asesinato” de un embrión fuera cual fuera la calidad de vida que este fuera a tener.  Se centran en esa vida, y jamás constatan que hay una madre que tiene una vida también.  Los mismos señores que no se inmutan con la desigualdad en la que crecen sus mismos hijos, los que tienen una alta calidad de vida, léase educación, salud, etc. frente a otros hijos que tienen una calidad de vida abrupta y escandalosamene menor sin gozar de los mismos recursos.  Aquellos mismos señores quieren hoy terminar por enterrar cualquier discusión en torno al aborto terapéutico o por violación.  The end.  En este país ni siquiera cabe la posibilidad de pensar que una mujer hecha y derecha puede determinar sobre su cuerpo y poner fin a un embarazo no deseado o no viable según sus circunstancias.  Al parecer estamos a años luz de ello.

Y en este punto pongo la reflexión: ¿Qué verdaderamente es un aborto? ¿Qué es lo que hace que verdaderamente una mujer llegue a tomar una decisión de tal envergadura en el caso de un aborto voluntario? porque estoy convencida que cualquier mujer saber en perfección que un aborto es una decisión durísima, tanto como enfrentar este mundo con un crío a cuestas y con todo en contra.  El  tema no es que exista un embarazo no deseado, y que la mujer no quiera ese niño,  es que de partida el entorno de la mujer no le permite sentir una maternidad viable.  He ahí que la mujer llega a esa decisión, porque creo que abortar debe ser la última decisión de la lista, luego de haber pasado y repasado todas las otras opciones que tiene y algunas mujeres de seguro tendrán muy pocas.

Vivimos un mundo en donde se castiga cruelmente la maternidad, porque sí, vivimos en un mundo que se castiga y se lapida cruelmente la maternidad, ¿Qué cómo digo eso? Pues pongamos ejemplos: cuando eres una adolescente y empiezas con tu vida sexual de forma normal, pues inmediatamente caerán muchas voces sobre ti que de partida harán lo posible por impedir  toda costa que te ‘acuestes’ con algún varón, o te tacharan todo deseo o enamoramiento con consignas tales como ‘te cagarás la vida con un crío’, (subrayemos ese ‘te cagarás’ por favor); o bien si estás en la universidad y se te olvidó la pastilla, lo primero que piensas es ‘no podré seguir estudiando o terminar mi carrera, (subrayemos ese ‘no podré’); si estás trabajando y decide llegar un bebé a tu vida inmediatamente recorre un miedo interno a que ‘te echen del trabajo’ y de hecho las que somos madres sabemos que cuando estamos trabajando y estamos embarazadas o tenemos hijos chicos pasamos a ser ciudadanas de segunda clase y mal miradas por todos los ‘ataos’ que empezamos a tener en el ámbito laboral. Ni hablar del rastro físico en tu cuerpo que deja el embarazo, si quedas un poco ‘rellenita’ o con rollitos, a no que atroz!, dejaste de ser la barbie que te exige la sociedad y todo por culpa de que… de tu maternidad, la maternidad esa que te ‘engordó’ y ‘deformó’. Hasta nosotras nos castigamos por la maternidad. La señal constante es ‘La maternidad te castra’.

Entonces ¿no son siempre punitivas las señales hacia la maternidad? Pues sí, pienso que en un mundo en donde ésta se idealiza con estampas de mamás con medidas corporales de 90-60-90, con cara de felicidad solamente para los días 10 mayo durante el día de la madre, en  un mundo en el que se pervierte y exacerba esa imagen de ‘madre perfecta’ solamente para vender y con fines netamente comerciales, y por el otro lado cuando las mujeres madres son, por poner un ejemplo, para los sistemas laborales ‘un problema sustancial’ pues sí: pienso y siento que se castiga de forma muy cruel el simple hecho de ser mamá.

Y con un sistema en tales circunstancias ¿cómo pretendemos que las mujeres con un embarazo no deseado no piensen inmediatamente en un aborto? Si con todas las señales que se nos da a las mujeres es a todas luces recontra difícil llevar un hijo en el vientre.  Cómo es que podemos pensar que solamente esa mujer es la que está decidiendo poner fin a su embarazo, cuando desde niña se le ha dicho que se cagará la vida con un hijo, y aunque ella tenga 30 años y tenga más conciencia, siempre en su inconsciente estará aquél mantra que le grabaron con fuego cuando era niña? ¿Cómo podemos creer que no tenemos nada que ver en esa decisión cuando fomentamos la desigualdad entre hombres y mujeres en lo laboral? ¿Cuál es nuestra responsabilidad como mujeres cuando tememos en extremo que nuestra niña-adolescente tenga relaciones y se quede embarazada sin haberle enseñado la importancia de la sexualidad y de la conciencia y el afecto necesario que se requiere para vivirla, si de seguro pensamos también que se cagará la vida?  Siento que la maternidad se nos ha prohibido desde siempre, y una mujer en circunstancias extremas sentirá que su embarazo no es viable gracias al entorno que la rodea y el entorno interno que lleva le dirá el mismo mantra que conocemos todas.

Para sentir que un embarazo no es deseado, desde las distintas circunstancias en que se dé, una mujer ha de tener una muy baja autoestima y unas condiciones extremas. En un mundo en el cual nuestro ser mujer solo se valida por la capacidad que tenemos de ‘atraer’ sexualmente a otros, solo nos queda por verificar que no somos sujetos sexuales, si no que objetos sexuales.  En un mundo donde nuestra valía sea por nuestra capacidad de trabajo en sistemas laborales rígidos también la maternidad sobra.  Nuestras bajas autoestimas siempre está buscando que nos acepten, que nos quieran, y con un hijo en el vientre o en los brazos, este hecho es un poco más difícil.  Justamente, esa baja autoestima solo nos permitirá en algunos de los casos,  tomar decisiones, más bien desafortunadas y con la idea pétrea de esta maternidad castradora solo nos queda una palabra en el diccionario. 

Creo profundamente y con el convencimiento máximo que la maternidad puede ser llena de gozo, de dicha y de placer, con todos los bemoles y escala de grises que de hecho existen y son parte de la maternidad, de la vida.  Para llegar a este grado de consciencia es necesario que nos sintamos mujeres protegidas, arropadas, contenidas y cuidadas por una sociedad completa.  En una situación en la cual nos quieren más bien ‘desarropadas’ es obvio que nuestra percepción de nosotras mismas sea hacia la vulnerabilidad y a la aceptación de que otros gobiernen nuestro cuerpo en lo físico, en lo sexual, en lo emocional.  Con esto sabemos de antemano que la condena por tu potencialidad de ser madre vendrá: por ser madre adolescente y soltera, por ser madre de muchos hijos, por ser madre que quiere estar cerca de esos hijos, por ser una madre que quiere trabajar, o por ser una madre que decidió poner fin a su embarazo. 

Cuando entendamos que la maternidad es un hecho trascendental, pleno y perfecto en la vida de una mujer, cuando entendamos que la conciencia y el afecto es un aspecto fundamental para enfrentar la sexualidad, cuando recobremos lo sagrado de la reflexión y de la comprensión de nosotros mismos y de lo sagrados que somos y que es cada ser humano en este mundo, cuando la información sea para todos y en libertad, cuando seamos capaces de conocer y entender verdaderamente lo que la vida significa e involucra, es cuando podremos extinguir de nuestro diccionario la palabra aborto.  Mientras siga esta en nuestro inventario de opciones, sería bueno que al menos las leyes acompañaran de una forma honesta y sin hipocresía aquellas mujeres que decidan ese camino, para que al menos ellas si tuvieran una garantía de salvar su vida.  El aborto no es legal o ilegal, simplemente ES, como tantas otras cosas.  Sería bueno pensar al menos en salvar o buscar la garantía de que al menos esa intervención sea cuidada y en condiciones de salubridad óptimas, ya que como dicen por ahí las mujeres seguirán abortando igual, las ricas en clínicas privadas y clandestinas, y las pobres en cualquier mesa de cocina. 


sábado, 17 de mayo de 2014

Un relato de lactancia: la historia de Paula

Creo que detrás de cada niño mamando hay una gran madre, una mujer que ha pasado más de algún mal rato y se ha angustiado enormemente. Pero sobre todo, detrás de un niño mamando hay una historia de amor, de lucha, de constancia, de crecimiento personal, de confianza y de poder femenino.  Me gustan las historias de lactancia porque nos ayuda a sentir que no estamos solas, que nos somos únicas ni que estamos dementes. Las historias de lactancia son siempre historias de mamíferos amándose, que pueden terminar en lactancias exclusivas, lactancias mixtas o bien en mamaderas, pero son luchas que han merecido las medallas por las que valen la pena lucharlas hasta el final, pues si existe afecto, cariño y respeto de por medio la derrota no es una opción de ningún modo.

Les dejo a continuación la historia de Paula y de su pequeño, una historia inspiradora...

La historia de Paula

En esta foto estamos mi pequeño y yo después de su siesta hoy. Llevamos 1 año y 10 meses de lactancia, muy difícil en sus comienzos, pero rescatada. No suelo hablar de mi vida personal ni experiencias propias en mi perfil de facebook, pero hoy me encuentro reflexiva y flexible, y quiero contarles el logro más grande de mi vida.

De mi historia con mi lactancia puedo contarles que empezó como nadie lo desea... tengo una reducción de mamas hecha en el 2007.  Según mis investigaciones, durante dicha reducción se cortaron algunos nervios, que impedian la comunicación entre mi cerebro y mi pecho. Por ese motivo se me volvió muy difícil establecer una lactancia. Pezones rotos, literalmente, cayéndose a trozos, dolor infernal, casi como el "casi parto" que tuve (fue cesárea al final).

Debido a la desinformación, poco apoyo, presión de mi entorno, falta de confianza y  cuestionamiento por parte de terceros de mi poder como madre, las mil y una voces que tenemos que oír, momentos muy duros durante mi postparto, hicieron que este hermoso placer tambaleara peligrosamente. Estos momentos hicieron que mi vida y mi mente estuvieran más dedicadas a espantar las malas energías que me rodeaban, y no a dedicarme a establecer el vinculo con mi hijo con una lactancia exitosa y un postparto de ensueño, como tenía que ser.

 Mi pequeño nació con 4,300k y desde el 2do. día de hospital ya nos empezaron introducir el  famoso “relleno”, preocuados por su bajada de peso a 3,890k, igualmente seguía siendo un bebé grande, pero eso de alguna manera les alertaba, sin tener en cuenta que todo bebé suele bajar de peso a los pocos días de nacer, sin tener en cuenta que ya de por sí era un bebé grande, sin recordar que este peso se iría recuperando poco a poco con el pasar de las semanas.

Salimos del hospital ya con lactancia mixta, biberones en botellita ya preparados, muy práctico invento de la casa Nestlé, una lactancia mixta promovida e impulsada por las comadronas y enfermeras del hospital, en lugar de sentarse a mi lado a observar e intentar ayudar a una madre recién parida, perdida y confundida por los mensajes sobre un bebé que bajaba de peso, mi bebé.

Llegamos a casa y continuamos con lactancia mixta unos cuantos meses más, la mala costumbre y presión de mi entorno comparando a mi hijo con el nieto de la vecina, el nieto de la amiga, la sobrina de la mujer de la tienda o la ahijada de la que atiende en el mercado, me hacía llevar a pesar a mi hijo casi cada día, porque según sus ojos súper analíticos y expertos en nutrición infantil y lactancia, mi niño estaba desnutrido, muy flaco, no comía, mi leche era mala y no le alimentaba! solo porque no tenia rollitos en las rodillas ni en los codos...como los bebés de las fotos de revista.  Y allí iba yo, corriendo a la farmacia, desorientada, desesperada, derrotada, como un alma en pena, iba a pesarle, y a respirar hondo cada vez que me decían que ganaba 200gr, o 180gr o solo 100gr, y me repetía a mi misma, ha engordado, ha engordado! Y después, loca de mi, dando explicaciones a todo ser humano que me miraba cuestionando mi deseo y derecho de darle pecho a mi bebé. Nadie entendía que mi hijo no era un bebé gordo, ni que tampoco lo sería, mi hijo era un bebé largo, muy largo, con su cuerpecito hermoso, entallado, llenito de amor.

Mis ganas de establecer mi lactancia exclusiva iba más allá que cualquier obstáculo. Para mi, cada mes que pasaba era un logro, un mes más, desafiando las predicciones de todo el mundo a mi alrededor, de los mil textos que leía, que me decían que con el biberón mi hijo no querría mi teta, que se olvidaría de succionar, que se confundiría entre el pezón y la tetina, y mil mensajes que resumian un “ya verás”, llegará el día en que no te reciba la teta, ya verás, ya verás, ya verás!!!! Y no fue así.   Cuando mi hijo cumplió 5 meses, cuando encontré mi paz, mi tranquilidad, mi estabilidad, mi esencia de mujer, de mamífera, pude despedir los biberones y las leches de formula de mi vida, puede guardar todo lo plástico que entró en mi casa, esconderlo, en el rincón más profundo de mi hogar, para no verlo más, ni yo, ni mi hijo, como si se tratara de un vicio peligroso, al que si vuelves a ver volverías a caer.  Y así fue como me armé de valor y confianza y pasamos un día sin biberón, y el siguiente, y el siguiente, y así una semana, y dos, y un mes en donde lo único que alimentaba a mi hijo era yo, mi leche, mi vida, mis brazos, mi corazón, mi alma, mi inmensa alegría... Por fin pude adueñarme de la maternidad que me estaban robando los fantasmas de las dudas y las voces que no paraban de retumbar y opinar, y criticar, y mal entender mi mal llamada “obsesión”. Por fin, YO PUDE SER YO, la mamá de mi hijo, su fuente de alimento.

Desde entonces, mi pequeño recibe de mi mucho más, y hoy en día, valoro mi lactancia más que cualquier otra cosa en mi vida. Es sagrada. Ha sido la lucha más hermosa y satisfactoria que he podido lograr, que he podido ganar, es mi orgullo, sacarme la teta, es mi orgullo oír a mi hijo decirme que quiere teta, es mi teta, es su teta. Por esto, cada vez que alguien hace alusión a cuándo dejará de tomar teta, que hasta cuándo dejará de despertarme a la madrugada para mamar,  que hasta cuándo dejará de pedir teta en la calle, en la casa,  en el baño, en la piscina, en el parque, que hasta qué edad...o simplemente mensajes directos a él diciéndole que debe dejar dormir a la mamá, que ya es un niño grande y tiene que dormir seguido sin molestar a la mamá para pedirle teta, y entonces es ahí cuando me tocan lo más profundo de mi ser, de mi orgullo, y pienso en ese día, en el día del destete, un dia que desearía que nunca llegara, pero cuando llegue será porque mi hijo tome la decisión y él mismo sea el que diga que no quiere más, y sea él y solo él quien escoja su nuevo vinculo conmigo. Habrá crecido, habrá madurado, sus necesidades habrán cambiado.

NO ME TOQUEN MI LACTANCIA, QUE ME HA COSTADO SANGRE, SUDOR Y MUCHAS, MUCHAS LAGRIMAS.

Tu también lo puedes lograr... si quieres, puedes!
Gracias por leerme hasta el final... una historia que nunca había escrito... y que sana ...



(Paula es doula y si quieres contactarla puede hacerlo a su mail: doulapaula@gmail.com o perfil de Facebook )